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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 281
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Capítulo 281

-Si, bisabuela -contestó Alejandro, asintiendo,

– Alejandro, regresa a tu cuarto primero. Te llamaré después-indicó Anastasia cuando vio que Franco

ya se despedia de Eva en la puerta,

-Si.

Después de hablar, sus brillantes ojos se posaron sobre Erica. Al verlo, ella agachó la cabeza,

sintiendo culpa, y disimuló revisar su teléfono. Una vez que Alejandro subió, Franco y Noemi

regresaron

–¿Donde está Alejandro? – preguntó Franco,

-Subió a jugar.

– Tu vestido luce hermoso, Anastasia! -declaró Noemí, como si quisiera complacerla.

-Gracias

contestó Anastasia de forma indiferente.

— Noemi y Erica rara vez atienden a esta clase de eventos, Anastasia. Cuidalas más adelante en la

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noche. – Franco tenia la esperanza de que su familia se pudiese llevar bien.

– No la necesitaré. Helen también estará aquí. Ella me hará compania –indicó Erica con un tono

arrogante antes de tomar su teléfono para marcarle a Helen.

– Iré a ver a Alejandro.

Franco extrañaba a su nieto, por lo que subió en cuanto termino de hablar. Los ojos de Noemí se

llenaron de resentimiento cuando vio eso. Ella no hubiera sabido de las verdaderas intenciones de

Franco si no lo hubiera escuchado a escondidas en el hospital. Ahora Alejandro era el heredero de su

compañía.

– Hola, Helen, ya estás aqui…? ¡Oh, sí lo estás! Eso es perfecto. Iré a verte -dijo Erica con emoción.

Tomó de inmediato su bolso de mano y dijo: – Mamá, Helen ya llegó. Iré a buscarla,

Se fue de inmediato en cuanto termino de hablar. Anastasia, quien no se había querido quedar en

la misma habitación que Erica, se encontraba en el balcón y Noemi estaba sentada en el sillón,

comiendo algunos pistachos mientras contemplaba su plan para la tarde,

ue nada, deseaba tener la aprobación y el favor de Eva. Después, esperaba encontrar algún buen

pretendiente para su hija en el banquete de la noche. Por último, aunque no menos importante,

tomaría cualquier ventaja y oportunidad que se le presentase. Poco después, para las seis de la tarde,

todos los invitados ya se encontraban en el salón principal. Diez minutos despues, Anastasia recibió

una llamada de Elías,

-La cena comenzará pronto, Anastasia. Dile a tu familia que ya se vengan.

-Muy bien -contestó.

-Puede que me ocupe en la noche y no podré cuidar de ti ni de Alejandro. Tendrán que estar atentos

por su cuenta.

-Ya lo sabía, pero no te preocupes por nosotros. – Nunca fue intención de ella que él los estuviera

cuidando en la fiesta.

Diez minutos después, Franco, con Alejandro en sus brazos, Noemí y Anastasia llegaron al salón

principal. Esa noche el banquete estaba divido en tres diferentes periodos: de seis y media a ocho

sería la cena; de ocho a nueve todos los invitados podrían felicitar a Eva por su cumpleaños; de nueve

a diez tendrían tiempo libre para pasearse y disfrutar de un espectáculo de fuegos artificiales,

Como todos los invitados eran afiliados del Grupo Palomares y amigos cercanos de Eva, el número de

presentes estaba reducido a unas cien personas. Aunque no eran muchos, todo el banquete era

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grande y lujoso. Anastasia notó que Helen, vestida para impresionar, estaba cerca de la fuente con

Érica.

Intercambiaron miradas, como si fueran lados opuestos en una guerra entre ellas. El odio de Anastasia

por ellas ardía en su pecho. A pesar de que ellas fueron las que la hirieron, Helen y Érica no sentían

ningún remordimiento; en su lugar, estaban ahí paradas con arrogancia. Por otro lado, Anastasia no

encontró su asiento en la mesa en donde estaba Franco. Todos los asientos. tenían nombre en una

placa de oro. Ella se acercó a un mesero y le comentó su situación.

– La llevaré a su asiento -indicó el mesero.

Ella se sorprendió y lo siguió al área principal, en donde estaba su nombre en una mesa en específico.

El nombre de Elías estaba a su lado y su corazón se aceleró cuando notó eso. El nombre de Alejandro

estaba pegado al suyo y el de Miguel le seguía al del pequeño. Era obvio que Elías había hecho ese

acomodo, pero Anastasia no quería llamar la atención. Había invitados de mucha más reputación y

estatus y no sería apropiado que ella se sentara ahí.

Llamó a un supervisor y le informó de su intención de moverse de mesa a donde estaba su papá. Al

escuchar que su familia estaba en otra mesa, el supervisor de inmediato arregló las cosas para que su

asiento fuera cambiado de lugar. De esa forma, ella se sentó con Franco. Alejandro quedó entre ellos

y Noemí estaba al otro lado de Franco. En cuanto a Érica, ella decidió irse a la mesa de Helen.